EL lobo no es tan malo como lo pintan.

¿Realmente el lobo es tan malo como lo pintan?

Sí, sí, ya sé que la Caperucita Roja, y los Tres Cerditos, pero la verdad no siempre es lo que parece, y para ser sinceros, nosotros también nos despachamos un buen taco de carnitas o un suculento chamorro sin el más mínimo remordimiento. Así que dejando a un lado lo que escuchamos de niños, concédanme unos minutos para nadar un poco contra la corriente.

En primer lugar, no olvidemos que su nieto es nuestro mejor amigo, cuya nobleza y lealtad fue heredada de su fiero abuelo. Si eso no fuera suficiente, permítanme relatarles algunas de sus costumbres que son realmente admirables:

El lobo no es cualquier cazador. Jamás se alimenta de cadáveres; caza su propia comida, manteniendo una vida digna.

En el amor, es el ejemplo perfecto de lealtad. Solo tiene una pareja en su vida, y si la pierde, no busca otra. Simplemente se queda solo, fiel hasta el final.

También es el hijo que muchos quisiéramos tener. Cuando sus padres envejecen, no se aleja de ellos. Les lleva comida y los cuida con el mismo amor con el que fue criado.

Si alguna vez te encuentras frente a un lobo en su último momento, te mirará a los ojos con una profundidad que conmueve, manteniendo la dignidad hasta el final. Y si alguna vez pensaste que tu perro es inteligente, imagina que el lobo es un 25% más listo. No es fácil de entrenar, porque tiene sus propias ideas y su manera de hacer las cosas.

Así que cuando veas a tu perro, recuerda que, además de compartir el 99.9% de su ADN, lleva en su interior la esencia del lobo: inteligencia, lealtad y un espíritu indomable. Y una forma de honrar esa esencia es alimentarlo con BARF, comida ancestral que imita la alimentación de sus abuelos: los lobos. ¡Cuídalo bien! ✨